Quería
explicarle muchas cosas. Sí, había ido hasta allí a decírselo todo de una vez.
Pero ahora se encontraba como siempre, en el viaje intermedio entre la realidad
y la niebla con olor a hierba que aturdía sus sentidos y enmudecía su torpe
lengua. Cogió la cerveza y echó otro largo sorbo que sólo logró amargarle más
el aliento y la sangre. Ella le pasó apenas una colilla y sus dedos se rozaron
al hacer la cesión. En el papel oscurecido vio la marca del carmín rojo que
colocó sobre sus labios haciendo que coincidieran con ella. Aspiró
profundamente. Aquel gesto sería lo más cerca que estaría de ellos.
−He conocido a alguien – musitó ella pronunciando las
malditas y siempre temidas palabras.
“Te amo”,
calló él cerrando de nuevo los ojos y pasando la lengua sobre sus labios para
sentir los restos de aquel beso irreal.
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