El tipo
entró en el bar completamente abatido. No pudo escuchar la música de la máquina
que a la espera de que alguien introdujese una moneda siguió inundando la sala
con Sweet Home Alabama. Tampoco le importó la nube de humo que le envolvió
apestándole de pies a cabeza. Ni los empujones que recibió antes de llegar a la
barra.
“Todo, lo he perdido todo. No puedo volver a casa, sin trabajo, sin dinero. Estoy acabado”
- Un vodka solo, por favor – pidió al camarero que con cara de pocos amigos sacó la botella y se lo sirvió.
“Otro desgraciado que intenta ahogar sus penas con un trago. No sabe que cuando pase la resaca los problemas seguirán estando ahí pero acompañados de un terrible dolor de cabeza. ¿Por qué no estudiaría yo? No tendría que estar aquí soportando a todos estos tipos.”
- ¡Chico, limpia esas mesas! ¿Es que tengo que decírtelo todo? – gritó dirigiéndose a un muchacho que con bayeta en mano empezó a recoger los vasos de las mesas.
“Pesado. Si no fuese porque no encuentro un trabajo mejor me iba de este antro cagando leches. Lo único bueno de este lugar son las tías que hay por aquí. Mira que están buenas. La pena es que yo no tenga un pavo para gastarlo en ellas”
- Ya voy, ya voy, siempre gritando. ¡Guapa!, ¿te traigo algo de beber? – preguntó dirigiéndose a una de ellas.
“Pobre chiquillo, tendrá suerte si sale con vida de este lugar. Hay cosas que nunca se deberían ver, y menos a su edad”
- Claro chaval, ¿me sirves un Martini seco? Eres muy joven para trabajar en esto. Más te valdría volver al colegio – le contestó una rubia con más maquillaje que ropa poniéndole una mano en la nuca e introduciendo sus largos dedos entre los cabellos del chico. Al éste se le erizó el vello del cogote y pensó que su primer sueldo ya sabía en qué lo iba a gastar. Miró al fondo del garito y vió al afortunado que se iba a llevar a la chica esa noche.
“Ojalá pudiese estar con ella siempre. La sacaría de aquí, le daría un hogar seguro donde nadie volviese a tocarla nunca más” pensó el viejo al que el chico miraba sentado en un rincón mientras la mujer llegaba a su mesa contoneándose provocadoramente.
- Hoy estás preciosa – le dijo apartándose y dejando un sitio junto a él para que ella se sentase. En seguida comenzó a manosear su cuerpo y a besar su cuello mientras de reojo observaba cómo un borracho les vigilaba apoyado en la mesa de billar.
“Que me la deje a mí y se vaya a comer sopitas ese abuelo. Si no estuviese tan borracho iba a ver lo que era bueno”
- Mariscal, deja un poco para los demás, no seas abusón que te la vas a comer entera – le gritó el hombre recibiendo al instante un codazo del que estaba a su lado, aún más borracho que él si es que eso era posible.
“Si tuvieras el dinero del viejo no estarías ahí muriéndote de envidia”
- Cállate Rufo, tú ya tienes bastante con tu botella – le dijo provocándole con un nuevo empujón.
En ese instante ambos se enzarzaron en una pelea destrozando mesas y tirando botellas y vasos a su alrededor.
“Mierda, esos dos me van a aguar la fiesta” – pensó el viejo.
“Buff, un descanso, este hombre me va a asfixiar” – pensó la chica apartándose un instante de él.
“Estupendo, un poco de marcha, a ver si esto se anima” – pensó el chico yéndose hacia un rincón para no llevarse ningún golpe.
“Lo que me faltaba, hoy toca pelea entre borrachos” – pensó el camarero resoplando.
El tipo apoyado en la barra, sin embargo, seguía bebiendo ajeno a lo que le rodea. A su espalda los dos tipos continuaban golpeándose sin que nadie se atreviese a hacer nada, hasta que de repente uno de ellos sacó una navaja de su bolsillo. Todo el mundo se apartó al verlo y cuando el borracho, con el arma en la mano, se lanzó sobre su oponente, éste de un salto se apartó y el puñal se clavó en el costado del tipo de la barra que en un segundo cayó al suelo formando un charco de sangre a su alrededor.
“Vaya, pues me equivocaba. Este ya no tendrá sus problemas después de la resaca” – pensó el camarero llamando resignado a la policía.
“Todo, lo he perdido todo. No puedo volver a casa, sin trabajo, sin dinero. Estoy acabado”
- Un vodka solo, por favor – pidió al camarero que con cara de pocos amigos sacó la botella y se lo sirvió.
“Otro desgraciado que intenta ahogar sus penas con un trago. No sabe que cuando pase la resaca los problemas seguirán estando ahí pero acompañados de un terrible dolor de cabeza. ¿Por qué no estudiaría yo? No tendría que estar aquí soportando a todos estos tipos.”
- ¡Chico, limpia esas mesas! ¿Es que tengo que decírtelo todo? – gritó dirigiéndose a un muchacho que con bayeta en mano empezó a recoger los vasos de las mesas.
“Pesado. Si no fuese porque no encuentro un trabajo mejor me iba de este antro cagando leches. Lo único bueno de este lugar son las tías que hay por aquí. Mira que están buenas. La pena es que yo no tenga un pavo para gastarlo en ellas”
- Ya voy, ya voy, siempre gritando. ¡Guapa!, ¿te traigo algo de beber? – preguntó dirigiéndose a una de ellas.
“Pobre chiquillo, tendrá suerte si sale con vida de este lugar. Hay cosas que nunca se deberían ver, y menos a su edad”
- Claro chaval, ¿me sirves un Martini seco? Eres muy joven para trabajar en esto. Más te valdría volver al colegio – le contestó una rubia con más maquillaje que ropa poniéndole una mano en la nuca e introduciendo sus largos dedos entre los cabellos del chico. Al éste se le erizó el vello del cogote y pensó que su primer sueldo ya sabía en qué lo iba a gastar. Miró al fondo del garito y vió al afortunado que se iba a llevar a la chica esa noche.
“Ojalá pudiese estar con ella siempre. La sacaría de aquí, le daría un hogar seguro donde nadie volviese a tocarla nunca más” pensó el viejo al que el chico miraba sentado en un rincón mientras la mujer llegaba a su mesa contoneándose provocadoramente.
- Hoy estás preciosa – le dijo apartándose y dejando un sitio junto a él para que ella se sentase. En seguida comenzó a manosear su cuerpo y a besar su cuello mientras de reojo observaba cómo un borracho les vigilaba apoyado en la mesa de billar.
“Que me la deje a mí y se vaya a comer sopitas ese abuelo. Si no estuviese tan borracho iba a ver lo que era bueno”
- Mariscal, deja un poco para los demás, no seas abusón que te la vas a comer entera – le gritó el hombre recibiendo al instante un codazo del que estaba a su lado, aún más borracho que él si es que eso era posible.
“Si tuvieras el dinero del viejo no estarías ahí muriéndote de envidia”
- Cállate Rufo, tú ya tienes bastante con tu botella – le dijo provocándole con un nuevo empujón.
En ese instante ambos se enzarzaron en una pelea destrozando mesas y tirando botellas y vasos a su alrededor.
“Mierda, esos dos me van a aguar la fiesta” – pensó el viejo.
“Buff, un descanso, este hombre me va a asfixiar” – pensó la chica apartándose un instante de él.
“Estupendo, un poco de marcha, a ver si esto se anima” – pensó el chico yéndose hacia un rincón para no llevarse ningún golpe.
“Lo que me faltaba, hoy toca pelea entre borrachos” – pensó el camarero resoplando.
El tipo apoyado en la barra, sin embargo, seguía bebiendo ajeno a lo que le rodea. A su espalda los dos tipos continuaban golpeándose sin que nadie se atreviese a hacer nada, hasta que de repente uno de ellos sacó una navaja de su bolsillo. Todo el mundo se apartó al verlo y cuando el borracho, con el arma en la mano, se lanzó sobre su oponente, éste de un salto se apartó y el puñal se clavó en el costado del tipo de la barra que en un segundo cayó al suelo formando un charco de sangre a su alrededor.
“Vaya, pues me equivocaba. Este ya no tendrá sus problemas después de la resaca” – pensó el camarero llamando resignado a la policía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario