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miércoles, 2 de julio de 2014

EL MUNDO DE LOS CUENTOS

Mi hermano se sentó junto a mi cama y yo me preparé a escuchar uno de sus cuentos. A pesar de tener casi veinticinco años y tener la cabeza llena de chicas, amigos y mil cosas más, mi hermano cada noche acudía a mi habitación antes de que yo me durmiese e inventaba una historia para mí. Yo tenía seis años y le adoraba.

“- ¿De qué quieres que sea hoy el cuento? – me preguntaba siempre dispuesto a improvisas fuese cual fuese el tema

- De lunas llenas – le dije yo.”

Y es que, aunque ellos no lo sabían, cuando todos creían que yo dormía, me escabullía de mi cama y me asomaba a la ventana para ver a mis dos hermanos mayores sentados en el tejado, bajo la luna, fumando y hablando quién sabe de qué. Deseaba hacerme mayor para compartir aquel momento que yo imaginaba mágico y especial.

“- Está bien, entonces te contaré la historia deYuma, un niño más o menos de tu edad que vivía en una aldea muy pequeñita en medio de un bosque y al que sus amigos llamaban el lunático porque cada luna llena se internaba en el bosque y nadie sabía adónde iba.”

“Pues bien, llegaba la luna llena y los chicos del colegio comenzaban con las bromas de siempre. Yuma  estaba acostumbrado y las aceptaba con una sonrisa tranquila. Algunas veces habían intentado seguirle perdiéndole a los pocos segundos de abandonar la aldea, sus padres le habían castigado prohibiéndole salir de noche e incluso habían puesto algún vigilante en la aldea esas noches para impedir su fuga. Sin embargo, a pesar de todas las medidas, por la mañana, la cama de Yuma aparecía vacía y pocos minutos después del amanecer le veían aparecer entre los árboles sonriente y feliz.

Era un misterio que poco a poco habían comenzado a aceptar en la aldea. Tenía ya 16 años y las cosas seguían igual de tal manera que la gente dejó de preguntarse adónde iba Yuma en la luna llena y qué hacía fuera de la aldea. Sin embargo, algo había cambiado en él. Ese algo se llamaba Eliha y tenía 15 años y unos ojos negros y profundos que le ignoraban y le atormentaban. Un día sin embargo ella se acercó a él y le dijo:

- ¿Me llevarás contigo la próxima vez?

Yuma sabía a qué se refería. El hecho de que ella le hablase y que sus ojos se dirigieran a él le hizo sentir un escalofrío. ¿Qué podía hacer? Deseaba estar con ella más que nada en el mundo perol… No podía, no debía hacerlo. Su alma se debatía en una lucha en la que él perdería sucediese lo que sucediese. Su silencio pintó de decepción los ojos que le observaban.

- Sabía que no querrías – dijeron los rosados labios de la chica

- Está bien. A la una y treinta y dos te espero bajo el  ciprés

Bajo la luz de la luna Eliha era aún más hermosa y hechizante. Sin decirle una palabra la cogió de la mano y juntos se internaron en el bosque. Al llegar a un pequeño riachuelo Yuma se acercó a ella y le dijo:

- Hay cosas que no hay que intentar comprender, que suceden sin más, misteriosas y hermosas. Llegado el momento quizás podrán comprenderse o no.

Entonces se acercó a ella y besó sus labios. Ella cerró los ojos y la luz de la luna cayó sobre ellos. Cuando los abrió él había desaparecido. Miró a la luna y por unos segundos el brillo la cegó y la hipnotizó. Decidió regresar a la aldea pero antes de hacerlo vio una hermosa flor junto al riachuelo y no pudo evitar la tentación de cogerla. Al arrancarla algo le pinchó en la mano y la arrojó al agua.

La mañana siguiente Yuma no estaba en su cama, ni en la aldea, ni en el bosque. Le buscaron durante días sin éxito hasta que una tarde su cuerpo apareció flotando en el riachuelo. Eliha nada pudo contar porque la mañana después de la luna llena despertó con su mano  hinchada y altas fiebres y días después entró en un sueño profundo del que pasó a la muerte. El misterio de la luna llena se fue con los dos chicos sin que nadie pudiese hallar explicación alguna. “


Nunca más volví a expiar a mis hermanos hasta que años después, cuando era un adolescente y ellos estaban casados, una noche en que vinieron a cenar a casa los tres subimos al tejado juntos. 

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