No
puedo
centrarme
en lo que dices.
Lo único que hago es
ver la mota de nata que
la última cucharada ha dejado
en tus labios. Y deseo pasar mi dedo
por ella y luego chuparlo y decirte, “qué dulce eres…”
Pero lo que hago es seguir mirándote ensimismado y
soñar
que la retiro con mi lengua y tú abres la boca ligeramente
y me atrapas.
De repente, es tu lengua la que ha descubierto el
misterio de mis desvelos y
rompiendo el
mágico momento, la ha cobijado en el interior de la boca de mis deseos.
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